Un mes después del decreto de desalojo, Bajo la Cuesta sigue igual

Un mes después del decreto de desalojo, Bajo la Cuesta sigue igual
Por Norberto Chijeb · julio 14, 2015

Bajo La Cuesta, en la costa de Candelaria, junto al acantilado. / DA
Bajo La Cuesta, en la costa de Candelaria, junto al acantilado. / DA
El 12 de junio, José Gumersindo García Trujillo, en su último día como alcalde de Candelaria, firmó un decreto de desalojo del núcleo costero de Bajo la Cuesta, en Las Caletillas, motivado por un informe externo que determinaba la inseguridad de la zona por riesgos de desprendimientos y avalanchas de piedras.

Un mes más tarde, ya con Mari Brito en la Alcaldía, en Bajo la Cuesta todo sigue igual, con la única excepción de dos carteles sobre unas farolas en donde se avisa del peligro que corren los transeúntes de la zona.

El centenar de vecinos de las 54 viviendas-cuevas censadas en Bajo la Cuesta no han atendido al desalojo voluntario ni se han acercado a Servicios Sociales a pedir una vivienda de alquiler social como se les recomendó desde el Ayuntamiento, haciendo caso a los consejos de José Ortega, el abogado de la asociación de vecinos desde hace 10 años y que fue contratado en su día para defender al colectivo de la amenaza que para ellos suponía y supone la Ley de Costas, tras el nuevo deslinde aprobado en 2006 y que está pendiente de una resolución judicial.

Ahora los vecinos han entablado otra batalla para mantenerse, pese al riesgo que dictamina el informe de Icinco, atrincherados en sus casas, porque entienden que pueden vivir con ese riesgo como lo han hecho en tantos años. Tras un mes sin que se ejecutara el desalojo voluntario, el siguiente paso que tenía previsto el Ayuntamiento de Candelaria era firmar otro decreto para que la Justicia le dejara el consentimiento para entrar en las casas y desalojar a sus moradores y cerrar al tráfico la única calle del barrio, pero por ahora la alcaldesa ha decidido atender primero al amplio recurso de reposición presentado hace dos semanas por el abogado José Ortega, y a partir de ahí seguir manejando los tiempos, entre otras razones para obtener del Cabildo y Gobierno de Canarias un compromiso de actuar en la zona para garantizar la seguridad del acantilado, que se ha visto seriamente afectado después de las obras de ampliación del autopista TF-1.

Bajo la Cuesta pretende evitar el desalojo, al igual que Santa Lucía

Bajo la Cuesta pretende evitar el desalojo, al igual que Santa Lucía
Por Norberto Chijeb · junio 19, 2015

El mayor peligro de desprendimientos se sitúa al final del barrio, donde el Gobierno de Canarias no situó mallas tras la ampliación de la TF-1. / NORCHI
El mayor peligro de desprendimientos se sitúa al final del barrio, donde el Gobierno de Canarias no situó mallas tras la ampliación de la TF-1. / NORCHI
El Ayuntamiento de Candelaria le ha dado un plazo hasta el martes a los vecinos del pequeño núcleo costero de Bajo la Cuesta, cerca de la central de Las Caletillas, para que desalojen voluntariamente su medio centenar de viviendas ante “el riesgo de derrumbes, desprendimientos y avalanchas”, según la notificación que empezó a entregar el miércoles la Policía Local.

Antonio Oliva, presidente de la asociación de vecinos, señala que la mayoría del medio centenar de familias que tienen allí sus viviendas-cuevas tienen la intención de mantenerse en ellas hasta que decida la Justicia, a la que tendría que acudir el Ayuntamiento si el martes los vecinos desobedecen el decreto de desalojo firmado el viernes por el anterior alcalde y comunicado el martes por la actual alcaldesa, Mari Brito, a una representación de vecinos.

Brito se ha comprometido con ellos a buscar una alternativa de alojamiento a aquellos que demuestren que ocupan en la zona una primera vivienda y para ello les ha puesto en contacto con la concejala de Servicios Sociales, Olivia Pérez.

Sin embargo, a pesar de lo que consideran “buena voluntad” de Mari Brito, creen que lo mejor es permanecer en el barrio hasta que decida la Justicia.

Los Barrancos
Los vecinos de Bajo la Cuesta se acogen al precedente de lo que ocurrió en el barrio güimarero de Santa Lucía, litoral de Agache, cuando 20 viviendas, debido al derrumbe de una gran cueva que se produjo el 6 de junio de 2011, fueron precintadas por el Ayuntamiento, que durante dos meses les pagó el alquiler en un hotel rural a las familias afectadas. El Ayuntamiento de Güímar precintó el acceso a las viviendas y encargó un informe técnico a Icinco, la misma empresa que hizo el de Bajo la Cuesta, que alertaba de manifiesta inseguridad, pero los vecinos siguen instalados allí tras no poder demostrar la Policía Local ante la jueza que ellos habían levantado el precinto. Cuatro años después, el desalojo no se ha cumplido.

Más tristeza que alegría en el regreso a Bajo la Cuesta

Más tristeza que alegría en el regreso a Bajo la Cuesta
Veinte viviendas de las 49 que forman este núcleo costero de Candelaria volvieron a ser ocupadas tras 19 meses de desalojo

NORBERTO CHIJEB 29/05/2018 · ACTUALIZADO 05:10

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Vecinos, durante el regreso a Bajo La Cuesta. / FOTO: Sergio Méndez
Aunque lo hicieron en silencio y con el corazón encogido, una veintena de vecinos regresó ayer a Bajo la Cuesta, 19 meses y un día después del desalojo del pequeño poblado costero de Candelaria justo al lado de la central de Las Caletillas y debajo de un talud por donde transita la autopista del Sur.

A las nueve de la mañana comenzó el agridulce regreso de los propietarios y habitantes de las primeras veinte viviendas de la calle Manuel Oliva Martín, la única del pequeño caserío que comenzó a construirse a partir de pequeñas casas-cuevas a finales de los sesenta y principios de los setenta, como recuerda Domingo Hernández, uno de los primeros vecinos -su casa es el número 7 – que pudo regresar ayer para mostrarse desolado al ver sus higueras secas.

Una jornada agridulce porque todavía quedan cerca de ochenta vecinos por regresar a sus casas bajo el talud que aún está sin asegurar y porque seis de la veinte viviendas abiertas ayer fueron violentadas por una pareja de presuntos ladrones que el sábado fue detenida por agentes de la Guardia Civil, tras el aviso de los vecinos a la Policía Local, a las seis de la tarde de ese día, tras verles desde el campamento que sigue en pie fuera del barrio, montado a raíz del desalojo decretado el 27 de octubre de 2016 por el Ayuntamiento de Candelaria por riesgo de desprendimientos, atendiendo al decreto que había iniciado el anterior alcalde, José Gumersindo García días antes de las elecciones de 2015.

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Un realojo con más tristeza que alegría y sin ninguna muestra de felicitación al Ayuntamiento, más bien todo lo contrario. Los vecinos denunciaron que desde el día 20 el Ayuntamiento quitó la seguridad privada que estaba contratada, una semana antes de que los vecinos pudieran regresar a la primera parte de Bajo la Cuesta, en concreto los que tienen su vivienda entre el 1 y el 31B, ambos inclusive, siendo el acceso libre también para cualquier persona en la zona.

Según informaron ayer desde el Ayuntamiento, en Bajo La Cuesta hay un total de 49 viviendas, siendo 11 las familias que tienen su única residencia en este enclave, por lo que el Ayuntamiento durante este período ha sufragado el alquiler de una vivienda alternativa. El realojo de ayer se ha produjo en 20 de ellas, 7 de las cuales tienen única vivienda en Bajo La Cuesta y por lo tanto dejarán ya de cobrar la ayuda al alquiler.

Sobre la falta de seguridad denunciada por los vecinos como causante del asalto a seis viviendas, desde el consistorio se informa que “una vez finalizado el contrato con la empresa de seguridad privada en Bajo La Cuesta, el pasado 21 de mayo, se ha ordenado a la Policía Local que refuerce la seguridad en la zona, además se implementarán medidas de seguridad adicional, sin detallar si la Administración local se hará cargo de los daños ocasiones por los supuestos ladrones detenidos el sábado y que según una vecina, Sara Aragón, “debían llevar un par de días en el barrio, porque en las neveras había hielo”, comenta.

Aunque Domingo Hernández, que tiene casa en Igueste y piensa dejarle la de Bajo la Cuesta, a sus hijos, afirma que “creo que los vecinos andan ahora un poco separados”, Sara Aragón comenta que “si hoy estamos aquí es por esa lucha que hemos mantenido desde el primer día del desalojo y que seguiremos manteniendo para que regresen todos a Bajo la Cuesta, por eso hoy para mí es un día agridulce”, comentó mientras a su lado unos niños jugaban en la calle llena de hojas de palmeras secas.

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Migdalia Delgado, vecina del 31B, una de las afectadas por el intento de robo, se mostraba contrariada, mientras su marido, Juan Galván, se dirigía al Juzgado de Güímar a presentar una denuncia, justo cuando los presuntos ladrones tenían que enfrentarse a un juicio rápido, tras ser detenidos in fraganti el sábado por la tarde. “Han roto todos los bombines de las puertas y han trasladado enseres de una casa a otra”, aunque a simple visto, según Migdalia, no echaba en falta ninguna cosa, aunque mujer cómplice del presunto ladrón portaba, cuando fue detenida, una blusa roja que reconoció una vecina.

Ninguno de los vecinos que regresaron ayer a sus viviendas mostró temor por vivir bajo un enjambre de mallas y con miedo por que caiga una nueva piedra como sucedió el día 18. “Esa piedra cayó fuera del barrio, aquí nunca hemos pasado miedo”, insistió Domingo Hernández.

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Vecinos, durante el regreso a Bajo La Cuesta. / FOTO: Sergio Méndez