Una tarde volando con drones en Candelaria
La estación de guaguas de Punta Larga se convierte en un. espacio para toda la familia en el que aprender, hacer volar y recrearse con las piruetas de los drones
Francisco Mesa; 01.09.2019 | 01:24
El vuelo de drones se realizó en un recinto habilitado y protegido de 200 metros cuadrados.
El vuelo de drones se realizó en un recinto habilitado y protegido de 200 metros cuadrados. María Pisaca
Candelaria Drone Festival 2019, exposición de drones
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Una tarde volando con drones en Candelaria
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Un niño tirando de la mano para retener a su madre mientras pasaba por delante del aparcamiento de la estación de guaguas de Punta Larga. Cualquiera que hubiese visto esta repetida escena en la tarde de ayer se habría dado cuenta de que algo emocionante estaba sucediendo dentro. Expo Urban Drone, la jornada más familiar de la cuarta edición de Candelaria Drone Festival, llamó la atención de cientos de personas aficionadas a los drones, o simplemente curiosos que a lo largo de la tarde pudieron ver una exhibición de medio centenar de drones de juguetes y profesionales, hacerlos volar en un recinto acondicionado de 200 metros cuadrados, navegar en alguna de las dos piscinas habilitadas para probar los ROV, drones submarinos, e incluso aprender a programarlos. Una forma divertida de aprender lógica computacional.
La consolidación de este festival en el municipio se debe a una «apuesta por acercar la tecnología y las vocaciones científicas a los niños y niñas», indica María Concepción Brito, alcaldesa de Candelaria. Más que un festival que se contempla, Brito ha tratado durante estos cuatro años, en colaboración con la asociación Lleida Drone, incorporar «actividades para todos los niños y jóvenes que están en edad escolar del municipio». Una experiencia que pretende ampliar en la próxima edición «a un ámbito que incluya al menos a la isla de Tenerife. Es una iniciativa en la que ya estamos trabajando y que esperamos que vea la luz en los próximos meses», destaca Brito. «Tenemos que contribuir de forma transversal a que nuestra juventud se acerque a la tecnología y a las vocaciones científicas, que ese conocimiento permita que nuestra juventud pueda ser profesional en el ámbito que desee y de esta forma contribuya a desarrollar el territorio y el empleo de nuestro municipio», recalca la mandataria.
Es esta inquietud por aprender la que define este y otros festivales tecnológicos que tienen continuidad. Más que comprar y adquirir habilidades que permitan utilizar un artefacto para participar en el encuentro, la exhibición ofrece cultura tecnológica. Un punto de contacto con el aprendizaje y capacitación que puede ser utilizada durante toda la vida. Las impresoras 3D y los kits de electrónica no solo permiten fabricar piezas de drones y crear robots para jugar, se convierten en instrumentos de aprendizaje. «Hemos traído unos escornabot, unos robots cuyas piezas se imprimen, se programan con placas Arduino y se utilizan en clase tanto para aprender programación como otras materias ya que forman parte de un juego en el que los niños tienen que mover el robot a la respuesta correcta de otra materia, como puede ser la biología», indica Miqueas Fortes, miembro del makerspace tinerfeño Kreitek y uno de los expositores presentes en la tarde de ayer. La necesidad por incorporar esta revolución a la educación es tan grande que se ha convertido en una línea de negocio ya que les ha permitido desarrollar proyectos educativos «que llevamos a los colegios e institutos adaptándolos a cada nivel», afirma Fortes.
El deseo humano de volar está presente en la humanidad desde hace siglos. El espíritu explorador acompaña al ser humano y poder mirar a través de la cámara que porta un dron ha transformado una moda en una tendencia al alza. «En la tienda detectamos que a los niños les encanta los drones con cámaras porque pueden utilizarlos con los móviles», indica César Arvelo, también presente como expositor y colaborador en la vistosa zona de drones submarinos. A los progenitores les recomienda «un modelo educativo, también en robótica, ya que el producto se aprovecha mucho más al tener apps que facilitan el aprendizaje», apuntilla Curvelo.
El dron es una herramienta cada vez más presente en las aplicaciones multimedia que ofrece nuevos puntos de vista. Al menos es el punto de vista de José María Montesdeoca, que acudió desde Gran Canaria para mostrar cómo el uso de drones permite mostrar «recorridos por nuestro patrimonio y los yacimientos arqueológicos» como el molino quemado de Mogán en el que para su reconversión a un centro de reinterpretación turística hicieron «una filmación completa de todo el proceso de fabricación del gofio con planos aéreos del molino». En otras ocasiones se utilizan para acercar el patrimonio cultural a los que tienen alguna discapacidad. «Realizamos un proyecto con estas gafas oscuras que hemos traído para que las personas que acudían al parque arqueológico Cenobio de Valerón pudiesen desde su propia silla de ruedas visitar el parque», recalca Montesdeoca.
Candelaria Drone Festival cerró su cuarta edición con éxito de asistencia tanto en sus jornadas profesionales como en la exposición pública. La alcaldesa del municipio confía en ampliar la oferta del festival en su quinta edición, haciendo más partícipes a los centros de secundaria de Candelaria.
Exposición de drones
La Expo Urban Drone contó con medio centenar de drones entre modelos profesionales, de juguete, educativos, programables, submarinos y de carreras. Los centenares de personas que durante la tarde de ayer se acercaron a la estación de guaguas de Candelaria pudieron aprender conceptos básicos, programarlos o jugar con ellos.
Proyectos de drones submarinos del IES Santa Ana
Los alumnos del IES Santa Ana de Candelaria mostraron dos de los tres proyectos de drones submarinos que construyeron en el pasado curso. En equipos de media docena de personas, aprendieron a programarlo, imprimir sus componentes y dirigirlo con el fin de participar en el encuentro EDUROV que se celebra en Gran Canaria.
Taller de programación
«A los cinco años me regalaron un helicóptero y lo rompí contra el techo», confiesa Morero de 13 años, uno de los niños que en la jornada de ayer programó un vuelo con varias piruetas. «Les dejamos drones que pueden programarse y volar de forma predefinida, o utilizarse con el móvil», indica Óscar Carrasco, formador del taller.
Drones de todos los tamaños
Aunque solo se pudieron volar los drones más pequeños, de menos de 250 gramos de peso y con protecciones antichoque, por motivos de seguridad, los miembros de la organización pudieron durante toda la tarde de ayer responder preguntas y desmontarlos para mostrar las diferentes partes de un dron.
Drones submarinos
La jornada más familiar del festival contó con dos piscinas en las que realizar carreras de drones submarinos. En una de ellas se realizaron pruebas y ajustes de los aparatos creados por los alumnos de la asignatura de Tecnología del profesor Fernando Fariña del IES Santa Ana.
La colaboración de las empresas privadas permitió a los asistentes ver cómo un mismo dron puede ser utilizado en el agua, como un deslizador en tierra e incluso hacerlo volar.
Drones de carreras
«Ir a velocidades muy altas teniendo el control total del dron mientras realizas un circuito con obstáculos proporciona mucha adrenalina, es una experiencia que recomiendo a todos», indica Francesc Munté, tras impartir el taller de drones de carrera. Sin poder volarlos ayer por condiciones de seguridad, presentó varios modelos, así como sus componentes y competiciones que existen a los curiosos que se acercaron para conocer mejor esta modalidad competitiva. «Las gafas utilizadas al pilotar un dron de carreras tienen una pantalla que te sitúa en una especie de cabina virtual en el aparato. Es como volar un avión, pero estando en el suelo y sin correr peligro», destaca.
Volar a velocidades de vértigo en un aparato tan diminuto requiere contar con reflejos que estén a la altura. Aunque Munté afirma que es un hobby para todos los edades, reconoce que «los mejores del mundo tienen unos 10 años y los que más destacan, como mucho llegan a los 20 años».